Gamberradas de leyenda (y 2ª parte)

Vallcorva era el portero del equipo oficial de balonmano del colegio. Un tipo duro y poco estudioso que dedicaba todos sus esfuerzos al deporte y a las chicas. A Vallcorva lo soportaban los profesores porque era buen deportista y hacía quedar muy bien al INEM en las competiciones interescolares. Pero al igual que Antonio, estudiaba inglés y eso lo condenaba a la marginalidad. Entre medio de ellos dos me encontraba yo. A mi me soportaban porque mis notas eran excelentes y, además, estudiaba francés como todo el mundo. Pero me negaba a seguir las normas y siempre me veían haciendo bandera con mis colegas los marginados, entre otras cosas, porque la marginación era sinónimo de diversión, diversidad e imaginación.
Así que aquél día, nos pusimos los tres en el último banco de la clase, situada en el segundo piso del edificio, tratando de ponernos a salvo de las miradas del profesor que nos estaba largando un rollo sobre los logaritmos neperianos. Fuera de sus miradas podíamos organizar nuestra particular fiesta. Los bancos de una sola pieza, donde nos sentábamos tres o cuatro alumnos, eran rústicos y algo incómodos.
Si bien estábamos casi escondidos en esa última fila, lo que no pudimos evitar, fueron las carcajadas que se nos escapaban cada vez que recordábamos el incidente de la mañana. Eso llegó a enervar al profesor que, tras media hora de aguantar estoicamente nuestra algarada, acabó gritando: ¡¡ El último banco, a la calle ¡! . Se hizo el silencio. Los tres nos miramos sin decirnos nada y, ni cortos ni perezosos, nos levantamos, abrimos la ventana que daba al patio, asimos la bancada y la lanzamos al vacío
¡¡¡¡¡¡¡¡ccccaaaaaaaaaaatttttttttaaaaaaaaaaaaaacccccrrrrasssssssshhhh !!!!!!
El ruido fue espantoso.
¡¡¡Laaaaaaaaaaaaaa hoooooooooooossssssssssssssstttttttttiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaa!!!, se oyó gritar en un alarido colectivo único e irrepetible.
Luego quietud tensa. Caras de asombro tornándose en espanto por lo que se avecinaba. Por mi mente, en una fracción de tiempo de esas que no tienen espacio porque te parecen eternamente cortas, pasaron todas las imágenes de mi vida como cuando estás teniendo un accidente que ves esa película. Imaginaba el final sombrío y entre rejas
¡¡Quietos aquí!! Logró decirnos el profesor de los logaritmos neperianos señalándonos con su índice un lugar imaginario en el espacio del aula. La verdad es que ninguno de los tres, sobrecogidos por el ajusticiamiento que se avecinaba, habíamos podido hacer el más leve movimiento. Allí estábamos petrificados contando el tiempo que tardaríamos en escuchar las sirenas del coche de la gristapo (la policía vestía unos sugerentes uniformes grises por entonces). Me estaba imaginando la escena y lo que le diría al comisario cuando me sometiese a interrogatorio. ¡¡ Pero señor Comisario, hicimos lo que nos dijo el profesor. Ordenó que el último banco se fuera a la calle. Y, nosotros, cumplimos la orden ¡!. Más tarde deseché la idea de hacer comentario alguno no fuese que, al delito que acaba de cometer, añadiera el de escarnio a las fuerzas del orden
Pero no pasó nada de eso. Bueno, pasar, si pasó. A Vallcorva y Antonio a quiénes, de paso, les atribuyeron la autoría de la gamberrada del hit parade revolucionario, los expulsaron del INEM con lo que, el portero suplente del equipo de balonmano del colegio, uno de los favoritos del director porque organizaba excursiones para la O.J.E. (Organización de las Juventudes Españolas) pudo acceder a la titularidad por méritos impropios. Le perdí la pista y no he vuelto a saber de él. Antonio, como no podía ser de otra manera, al salir del INEM y aceptarlo en uno de esos Colegios privados para extranjeros, encontró lugar para poder desarrollar su imaginación e inteligencia. Hoy día es arquitecto y me consta que no se le caen las casas, ni rompe los muebles.
¿Y a mi qué me pasó? ¡¡ ¿ Pero no leéis que estoy aquí contándola? ¡!. Sobreviví a esa y a muchas más que me ocurrieron en la Universidad entre los años 1974 y 1979 ¿Os es familiar esa época? Por el delito cometido, me expulsaron del INEM durante una semana. Supongo que mi brillante historial académico y el que mi padre hubiese sido oficial al servicio del ejército rebelde en la guerra incivil, ayudaron a que el castigo fuese mínimo. Al acabar aquél curso me fui a una academia. Ese fue el trato que hicieron con mi progenitor porque, no era bueno que, una leyenda como yo y de ese tipo, fuese una leyenda viva en el colectivo estudiantil. Era un mal ejemplo y no podía estar allí. Por suerte puedo seguir siéndolo.
17 comentarios
jaime -
Barbara Renkes -
kaleidoscopio -
Para kaleidoscopio, compartir ayuda a vivir ;-) -
Para Onice queriendo saber los "derechos de autor" -
Para paloma recuperando el arco iris -
kaleidoscopio -
Onice -
Como se os ocurrió eso??
paloma -
Besos con estallido de colores
Para paloma mocita para siempre -
Besos de colores que contrasten con esa época de tonalidades blancas y negras que vivimos...
Para kaleidoscopio rebelde con causa -
paloma -
Besos
kaleidoscopio -
Para Virginia afinando la voz y las letras -
Para brisaenlanoche cambiando conceptos -
P.S. De aquellos, de los otros y de estos.
Virginia -
brisaenlanoche -
Un abrazo.